Cómo conocí a Dolors

    Después de haber terminado el Bachiller Superior en Zaragoza, no pude seguir estudiando y aprobé unas oposiciones para la Telefónica, pero la plaza que salió fue en Tarragona y al año siguiente aprobé otra oposición pero la plaza que yo quería, Zaragoza, tampoco salió y me quedé con Barcelona. Aquí decidí seguir estudiando COU para entrar en la Universidad y conocí a una compañera de clase llamada Anna María que trabajaba en la Enciclopedia Catalana. Al trabajar, los dos hacíamos COU nocturno. Nos hicimos amigos y un día me invitó para ir un fin de semana con otros amigos que yo desconocía a una casa que sus padres tenían en Torredembarra. Habíamos quedado en la estación de Francia y yo llegaba tarde y el tren se estaba poniendo en marcha. También vi que había una chica corriendo cargada con una mochila intentando coger el tren. Aumenté mi velocidad, me puse a su lado le cogí la mochila la tiré dentro del tren y la ayudé a subir. Fuimos todo el trayecto hasta Torredembarra juntos, hablando y riendo. Todos eramos amigos de Anna María que no nos conocíamos entre sí. Aquella chica que me entró enseguida en el corazón, nada más verla, se llamaba Dolors Cabrera Guillén y trabajaba de recepcionista en la Enciclopedia Catalana junto con Anna María que era administrativa. Durante el fin de semana nos volvimos a encontrar en el interior de una discoteca a la que habíamos ido con Anna María en Torredembarra. Ella esta sentada y a mí tampoco me apetecía meterme en la pista de baile así que me senté con ella y nos pusimos a hablar. Me hice amigo de Dolors y empecé a ir a buscarla a la salida del trabajo, que por cierto siempre había también un señor esperando en la puerta de la Enciclopedia Catalana y que después sería el President de la Generalitat de Catalunya, Jordi Pujol.


    Carta a Dolors, allá donde estés, amor mío

    Hola Dolors, cariñico mío, hoy he ido a ver a la Doctora Ramentol para pedir las recetas ordinarias y le he comentado que te habías muerto el día 12 de marzo. Ella ya lo sabía, lo ha sentido muchísimo y hemos estado un buen rato hablando. Le he estado explicando todos los pormenores de los últimos días que pasamos en le clínica Corachan, de mis temores de "qué habría pasado si en vez de esto hubiera ocurrido lo otro" y me ha explicado muy bien que lo que te ocurrió es que el cáncer ya lo llevabas de antes de que te trataran tan mal y con diagnósticos errados en la Clínica del Pilar de Barcelona, los días 5 de abril de 2006 que te dijeron que tenías un posible esguince en el pecho o el día 25 de junio que te dijeron que era una posible gastritis. Me ha explicado la doctora que aunque te hubieran diagnosticado correctamente la primera vez, eso no hubiera solucionado nada, quizás se habrían prolongado unas semanas o días tu dolor. Me ha explicado que cuando el cáncer ataca de la manera en que lo hizo contigo es porque estaba gestándose y en esas ocasiones, cuando se manifiesta muy abiertamente, son pocos los que lo pueden vencer, pero algunos, no se sabe porqué, lo logran y por eso los oncólogos lo prueban todo y te animan contínuamente, por si eres uno de esos pocos que se pueden salvar. Luchaste como una leona, repartiendo ánimo entre todo el mundo y en todo momento, a nosotros y a tus amigas y compañeras de trabajo cuando te llamaban contínuamente por teléfono, pero nosotros no sabíamos, porque no nos lo habían explicado, que nos enfrentábamos a un animal mucho mayor que nosotros y ni con mi constante ayuda controlando lo que hacían los médicos y cuidándote en todo momento, que tú me decías alguna vez "Mariano, si salgo de ésta será por tí", pero no pudimos vencerlo. Como yo te decía todo este tiempo que fuiste a trabajar con diversos dolores que achacábamos a stres o a angustia somatizada, a lo mejor, sin saberlo, eso ya era el cáncer empezando a manifestarse y sin embargo tú seguiste repartiendo tu alegría tanto en el trabajo como en casa. Te quiero amor mío y cuanto más te recuerdo haciendo estás páginas para que las puedes ver en el Cybercielo, más repaso mi vida contigo y con nuestros hijos Daniel y Alana y más siento que nos hiciste muy felices a todos los que te conocimos. Gracias Dolors por todo y todo y todo... ¿Cierto?, como tú solías decir.


    Dolors, el Catalán y el Franquismo

    Dolors Cabrera Guillén nació en Barcelona el 28 de julio de 1952, su madre se llamaba Dolores y su padre José, aunque en la intimidad ellos se llamaban Lolita y Josep y es que en la época franquista estaba prohibido hablar el catalán. Cuando yo conocí a Dolors, al venir de Zaragoza, no había sufrido en carne propia el que por la calle la policía, si te oía hablar en catalán te dijera que hablaras en "cristiano". En el grupo de amigos con Anna María y Jordi la llamaban Loles y yo así lo hacía pero cuando me enamoré de tí quería llamarte por tu nombre, Dolores, tan típico en Aragón, y entonces tú me decías que no te llamabas Dolores que te llamabas Dolors (que se pronuncia en castellano Dulós). He de decir que me costó porque a mí Dulós no me sonaba a Dolores, pero por amor, porque veía que a tí te gustaba, empecé a llamarte así hasta que me acostumbré y entendí la situación. El fonema "Dulós" es muy diferente del fonema "Dolores" y si desde que naces, en tu casa te llaman "Dulós" ese es el sonido que reconoces como tu nombre y el otro sonido que es muy diferente, pues sencillamente no lo reconoces en tu interior. Cuantas veces teníamos que luchar contra los organismos administrativos cuando renovabas el DNI y la policía se empeñaba en poner Dolores, hasta que se permitió el cambio de nombre y tú te pusiste en tu DNI "Dolors" pero el hombre es un animal de costumbres y siempre que se producía muestra del DNI a alguien no catalán, te decían, tienes el nombre equivocado, se han dejado una "e".


    Dolors, el Catalán y New York

    EN LIBERTY ISLAND CON MANHATTAN DE FONDO

    En 1979, cuando Dolors y yo aún no habíamos tenido hijos, hicimos dos viajes importantes, uno a Canarias a ver a su hermano que estaba haciendo el Servicio Militar y otro de 17 días a New York más Cataratas del Niagara. Nos costó lo nuestro financiar el viaje pues la idea nos surgió sin tener dinero y pretendíamos comprar todos los comics de Superman que en la época franquista se prohibieron y lo hicimos en base a dos créditos que luego estuvimos pagando 3 años muy a gusto porque valió la pena. New York dicen que es una ciudad que la odias o te enamoras de ella, Dolors y yo nos enamoramos al punto de que al cabo de estar diez días Dolors no quería regresar a España y me proponía que nos quedásemos de ilegales a vivir en tan bella ciudad. Insistió mucho pero yo no quise. Hay muchas anécdotas y recuerdos de aquellos días en New York a finales de octubre y principios de noviembre de 1979, es decir, que la primera parte íbamos con manga corta por lo del "Veranillo de San Martín" pero la segunda, metidos en noviembre, con anoracks. Pero la anécdota que hace referencia al título es que, Dolors, desde el mismísimo día que nos conocimos corriendo para coger un tren, siempre me habló en catalán (algo vio en mí al hacerme pasar por esa prueba, porque normalmente si se acercaba alguien hablándole en castellano, le respondía en ese idioma), y así lo aprendí y se lo agradezco por los miles de películas que he podido y puedo seguir viendo en los canales catalanes que de otra manera no las hubiera podido entender y porque así, Alana y Daniel son bilingües totales, y el caso es que yo siempre le contestaba en castellano y eso se hizo una costumbre que duró hasta el mismísimo momento en que se quedó dormida para siempre. Pues bien, un día ibamos por Manhattan en un taxi y, lógicamente, ella me hablaba en catalán y yo le respondía en castellano hasta que el taxista, me dijo en hispano: "Jefe a Vd le entiendo cuando habla pero ¿en qué idioma habla su mujer? y eso que había muchas parejas catalanas de vacaciones porque al menos coincidimos con dos en dos restaurantes diferentes. Si lo deseas, aquí puedes leer anécdotas del viaje y ver algunas fotos de las Cataratas del río Niagara. Botón ATRAS del navegador para regresar a esta página.

    EN LIBERTY ISLAND CON MANHATTAN DE FONDO


    Un regalo postrero de Dolors

    Dolors, no sé si lo hiciste pensándolo, porque tu nunca te acabaste de creer que te estabas curando, o fue algo inconsciente o casual, pero nos dejaste tu voz grabada en el contestador automático con 24 mensajes dirigidos a Daniel y a mí principalmente ya que con Alana hablabas a su móvil, y de esta manera podemos oírte entre el 31 de enero y el 23 de febrero de 2007 que se produjo tu último mensaje. Los tenemos guardados como oro en paño, en todos nuestros ordenadores, en discos de seguridad, en el contestador del teléfono fijo que allí seguirán estándo mientras Telefónica no los borre y los tengo en mi móvil y te confieso amor mío, que por las noches, cuando todo mi cuerpo se quiere rebelar de dolor, hago un esfuerzo y me calmo y me sereno oyendo el bálsamo de tu voz, una voz alegre, como siempre haces, sin mostrar un ápice de tu dolor, una voz que es lo más cercano que tenemos de tí en el orden material, porque oír tu maravillosa voz no me pone triste y me hace sentirte más cerca de mí. ¡Te quiero!

    Desde el 2 de julio, que me enteré por Nora que el escuchar tu voz física con tanta frecuencia podía ser perjudicial para tí, amor mío, corté por lo sano y no te he vuelto a escuchar porque aunque eso era lo que más me gustaba hacer en esta vida, en estos momentos, sólo de pensar que hubiera la más mínima posibilidad de que eso te produjera un estancamiento en tu camino, dejé de oírte vida mía. Ya llegará un momento en que podré volver a hacerlo sin que ello represente para tí ningún perjuicio. Muchos besos mi adorada Dolors del Alma.


    El inicio de una vida en común

    Dolors y yo decidimos empezar a vivir juntos después de haber ido de vacaciones a Galicia durante 10 días. Al año siguiente volveríamos de nuevo a Galicia y llegamos a estar en una de las pensiones que habíamos usado en La Coruña el año anterior y la dueña se acordaba de nosotros. Una anécdota muy curiosa es que durante años, los dos recordábamos que habíamos ido dos veces a Galicia en años consecutivos, pero no lo teníamos claro del todo. Sin embargo, las fotografías que hicimos lo demuestran. En el primer viaje llevabas el cabello muy corto, en el siguiente, lo llevabas mucho más largo. En esa época ella vivía en su piso de la calle Jovellanos y yo en diferentes pisos alquilados con diferentes amigos compañeros del trabajo. Nuestro primer piso en común fue el de la calle Fabra y Puig, 66 - ático. Tenía ascensor, una inmensa terraza desde la que se veía el Tibidabo, calefacción central, cuarto de baño, dos habitaciones y un comedor cocina enorme, amén del pasillo que dividía el comedor cocina del resto de habitaciones. Al principio lo alquilamos sin muebles, tan sólo nos llevamos los que ella tenía en la calle Jovellanos que nos sirvieron para llenar la habitación azul, llamada así porque todos los muebles eran de color blanco y azul. Los primeros meses sólo teníamos un colchón grande puesto en la habitación de matrimonio y en el comedor una mesa redonda con cuatro sillas, también de Dolors, que habíamos pintado de colores variados para salirnos de lo tradicional y un frigorífico fue el primer electrodoméstico que compramos en común. Los tres primeros años ningunos de los dos quisimos tener hijos ni casarnos, luego Dolors empezó a querer tener un hijo y yo me resisití tres años más hasta que pensé que no tenía derecho y accedí y así nació Alana. Fue en ese tiempo de no tener hijos que hizimos vacaciones a las islas Canarias y a Nueva York y nuestro gusto por esta ciudad quedó muy reflejado en la decoración de nuestro piso. Fue en Fabra y Puig donde se consolidó nuestro amor para siempre. Durante el primer año nos era difícil no estar amándonos contínuamente cuando nos encontrábamos los dos en casa fuera de las horas de trabajo. Eramos jóvenes y no importaba el número de veces que nuestros cuerpos se unieran en éxtasis de amor y pasión. En aquella época Dolors me acostumbró a celebrar lo que ella llamaba "Mensualaris", es decir regalos mensuales de celebración de que llevamos un mes juntos, en lugar de los típicos aniversarios, que, por supuesto, también celebrábamos y cada día nos dejábamos notas de amor escritas en papelitos que dejábamos encima del frigorífico y a tí te encantaba ir por casa vestida con mi camisa amarilla.


    Las tardes-noche del cine Victoria

    Muchos días nos íbamos al cine por la tarde. Era de nuestro especial gusto, ir al desaparecido cine Victoria que estaba justo enfrente de nuestra casa. Desde la terraza veíamos si había cola para sacar entradas o no. De cualquier manera lo que nos encantaba, como hacían dos películas por sesión, era comprarnos en un bar de al lado unos bocadillos de chorizo pan con tomate, aceite y sal, o a veces de jamón (que estaban buenísimos) y un par de cervezas. Nos los poníamos en nuestras bolsas y nos encantaba cenar en el cine viendo la película que más nos gustara. Luego cruzabas Fabra y Puig y el amor podía seguir en casa tranquilamente. Por supuesto que íbamos a cualquier cine de Barcelona que nos apeteciera que por aquel entonces disponíamos de 144 para elegir. Las tarde-noches que no íbamos al cine nos encantaba salir a pasear y terminar cenando en alguno de los restaurantes que había por la zona. Durante los primeros 6 años que no tuvimos hijos, ir al cine era nuestro entretenimiento favorito y... la compra de comics.


    Sangrías de champán y noches de amor

    Uno de los puntos en que Dolors y yo siempre hemos coincidido es en nuestro gusto por comer o cenar en restaurantes. Muy cerca de casa, cruzando Fabra y Puig y yendo hacia los almacenes Sears había uno que se llamaba La Alsaciana, al que ibamos muchos domingos a comer paella (nuestra comida favorita) pero en algunas ocasiones habíamos ido por la noche y una vez se nos ocurrió pedir para beber una sangría de champán (ahora sería una sangría de cava). El caso es que esa sangría nos producía a los dos un efecto afrodisíaco tremendo. Recuerdo que a medida que ibamos comiendo y bebiendo, mi campo de visión se estrechaba, hasta que había un momento en que sólo veía la cara de Dolors y todo el fondo quedaba difuso. A ella le pasaba lo mismo conmigo. Era el momento de pagar la cuenta y marcharnos a casa y en estas ocasiones usábamos la habitación azul para nuestras noches de amor que eran increíbles. En una ocasión contándoselo a nuestros amigos Anna María y Jordi, fuimos los cuatro, pero esta vez, yo me pasé de la raya y al terminar recuerdo que no nos podíamos ir porque yo no me podía levantar de la silla. Hay que saber encontrar el punto de equilibrio.


    El nombre de Alana

    Cuando Dolors se quedó embarazada de Alana, empezó lo que se podría llamar nuestra etapa mística o esotérica, que ya referiré en otro momento. Ahora sólo deseo recordarle a Dolors cómo fue que escogimos el nombre de nuestro primer descendiente que fue hija. Yo quería llamarla Diana, en honor a Diana Palmer, el nombre de la eterna novia del Hombre Enmascarado, serial de comics americanos que nos gustaba a los dos por igual y que coleccionábamos. Sin embargo, Dolors, que estaba cansada de sufrir la traducción de su nombre por Dolores, ideó uno que en aquel momento no existía en España: Alana. Me dijo que había pensado que se llamaría Alana, así nadie se lo podría traducir y con ese nombre y nuestros apellidos, en la bolsa de la merienda para el colegio le bordó las iniciales que quedaría muy curioso. Cuando fuimos a ponerla en el libro de familia, el funcionario que nos atendió no quería aceptar el nombre de Alana. Decía que eso no existía. Yo le pregunté si conocía al actor de cine Alan Ladd y él dijo que sí, y entonces le expliqué que Alana era el femenino de Alan y aceptó. Durante muchos años no conocimos a nadie que se llamara Alana. Luego en un comic americano de ciencia ficción aparecía una heroína llamada Alanna, con dos enes, y descubrimos que ese nombre existía en Estados Unidos con las dos enes. De todas formas, cantidad de veces cuando nos han preguntado el nombre de nuestra hija, han entendido Ana o a veces Elena. Así es el ser humano.


    Dolors y la música

    Cuando te conocí el tipo de música que a mí me gustaba era principalmente lo que se llamó rock sinfónico, empezando por The Beatles y siguiendo por The Rolling Stones y otros muchos más, así como tenía particular gusto por las 9 sinfonías de Beethoven. Sin embargo, tú siempre escuchabas un tipo de música que en un principio era totalmente desconocido para mí, en parte debido simplemente a la diferencia cultural de tú ser catalana y yo aragonés. Me refiero a que cuando te conocí tu música favorita era la de Lluis Llach y concretamente siempre recordaré la canción L'estaca que para mí, aún hoy en día cuando la oigo, inmediatamente mi recuerdo se va hacia tí, amor mío. Yo sé que para otras personas el oír esa canción tendrá otras connotaciones, pero para mí es oírla y pensar en tí, lo mismo en general cuando oigo la voz de Lluis Llach y lo mismo me ocurre con Leonard Cohen, otro de tus cantantes favoritos que de no ser por tí no hubiera conocido y por cerrar la triada principal de aquella época, María del Mar Bonet. Esos tres eran tus tres cantantes favoritos y por tí conocí su música, como más adelante, me harías descubrir a Kenny Rogers o al famosísimo conjunto musical ABBA que tú sabes que en estos ultimos años me encantaba y empecé a disfrutar de toda su discografía y los conocí sin darme cuenta, simplemente porque cuando vivimos en el piso de la calle Bot, tu ponías su música contínuamente de manera que entró en mí sin darme cuenta. Por supuesto que a los dos nos gustaban The Beatles y la muerte de John Lennon nos cogió viviendo en Fabra y Puig. "Imagine" era tu canción favorita de él y también la mía.


    Zaragoza

    Desde muy temprano de vivir juntos, hicimos viajes a Zaragoza y uno a Jaca de unos días mientras estuvimos en Zaragoza, donde vívía mi familia, mi padre Mariano, mi madre María Victoria y mis hermanos Fernando, Jesús, Eduardo y Mariví. Enseguida toda mi familia congenió contigo Dolors y desde el principio te llamaron Dolors, enseguida te cogieron cariño y como mínimo siempre íbamos a Zaragoza dos veces al año. ¿Te acuerdas de los paseos que dábamos con Jesús al bar de tapas "La Nicanora". Cómo nos gustaban esas salidas que hacíamos de tapeo y los domingos la típica comida en familia que a tí te gustaba ir a comprar pasteles de postre para todos. La gracia que te hacían las historias que mi padre contaba mientras comíamos y mi madre ponía cara de circunsatancias pensando que te iba a aburrir cuando en realidad a tí te encantaban sus historias. Me acuerdo mucho de esas sobremesas en las que al cabo de un rato, yo me estiraba encima del sofá y me quedaba entredormido, embelesado oyendo tu voz hablando en castellano con mis padres y hermanos. Era tan suave y tan bonita tu voz y al oírla en castellano tan seguido, y acostumbrado a oírte siempre en catalán me parecía que eras otra mujer a la que igualmente adoraba. Luego mi padre murió y aún seguimos yendo un mínimo de dos veces al año a Zaragoza con Alana y Daniel, a veces más, pues había viernes que amanecías y decías ¿porqué no nos vamos a ver a tu madre y a tus hermanos de sorpresa? y así lo hacíamos, así lo seguimos haciendo hasta que murió mi madre en 1992 y dejamos de ir a Zaragoza, no sólo por eso sino también por otras circunstancias que a lo mejor luego te las escribo para que las leas allá donde estés, vida mía. Cuánto querías a mi madre, que era un reflejo de la que tú perdiste a los 19 años y cuanto te quería ella a tí.


    Las enfermedades y el cambio

    Cuando mi hermano Jesús apareció un día con un brote de esquizofrenia, yo estaba estudiando en la Universidad primero de Filología Inglesa. El año anterior había hecho el COU y fue donde concocía a Jordi y a Anna María y a través de ella a tí. De hecho, después de terminar ese primer curso me cambié para estudiar Psicología y me licencié por la Universidad de Barcelona como Psicólogo Clínico y entre medio hicimos un curso de tres años de Psicología Clínica privada especializada en el test de Rorschach que tú también hiciste aunque ninguno de los dos llegamos a ejercer pues los dos teníamos nuestros trabajos por la mañana y por las tardes hacíamos aquello porque nos gustaba, lo mismo que cuando estuvimos estudiando inglés en el Instituto de Estudios Norteamericanos y que nos fue bien en nuestro viaje a New York. Pero la vida da giros inesperados y yo caí enfermo de ciática por una hernia discal de la que estuve a punto de operarme. Después de tantos meses en la cama en Fabra y Puig con inyecciones, tu familia nos dio la dirección de un médico naturista y en quince días con aquellas toallas inmersas por tí en agua hirviendo con unas hierbas que nos había recetado el médico y que tú me ponías sobre mi espalda desnuda varias veces al día, me curé y el traumatólogo no daba crédito a las últimas radiografías y me dijo que había tenido una hernia discal recesiva. Nunca podré olvidar las caricias y los mimos que me hacías mientras estuve en cama, las horas y horas que nos pasábamos hablando y como poco a poco empezamos a abrirnos del materialismo puro en el que estábamos a contemplar otras posibilidades.


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