Otra imagen de la misma calle
Calle del Grau. En la parte inferior derecha aparece el final de la barandilla desde la que se ve el Canal de Amposta. Esta imagen tiene dos recuerdos especiales muy significativos para mí. En la fachada iluminada por el sol había una fábrica de hielo y vendían bebidas como gaseosas, limonada, naranjada, de fresa, etc. Yo era el encargado de ir cada día a comprar las bebidas para toda la familia. Normalmente consumíamos cuatro botellas diarias y durante una época bastante larga, le cobré a mi padre 25 centimos de más por cada botella, es decir, que sacaba un beneficio diario de una peseta, gracias al cual podía reunir las siete pesetas que necesitaba para poder comprar el "tebeo" (nombre de los cuadernos de historietas dado en España durante muchos años) de Superman ya que mis padres me daban cada domingo 3 pesetas y con eso sólo podía comprar "Pequeño Pantera Negra" y "El Guerrero del Antifaz".
Mi amigo Antoni Arigita Albiol, me recuerda que la fábrica de hielo se llamaba Fatsini.
Igualmente, el final de esta calle está muy asociado a algo que para mi fue un misterio durante muchos años de mi vida. Yo empecé a coleccionar los comics de Superman en Amposta, comics que me llamaron la atención por ser a todo color en su interior y con formato vertical en contraposición a la mayoría de tebeos autóctonos que eran en blanco y negro y apaisados. Los comics de Superman llegaban puntualmente cada semana a la Librería Roig de la Calle Mayor, aunque cuando los conocí y empecé a comprar fue en un kiosko que había en la plaza del Mercado Municipal. Al cabo de tres años de coleccionar, un día conocí a un chico que vivía al final de la calle del Grau (tal como se ve en esta imagen) y tenía un comic de Superman totalmente inusual. En lugar de ser en formato vertical con 36 páginas a todo color, era en formato apaisado en blanco y negro y con 86 páginas. Conseguí el comic de Superman cambiándolo por una colección completa de 16 ejemplares cuyo nombre no recuerdo.
Cuando en 1960 mis padres se trasladaron a vivir a Zaragoza, durante el trayecto se perdieron todas las cajas de comics (o al menos eso me dijeron mis padres y yo con 12 años me lo creí). Siendo coleccionista de Superman durante toda mi vida, siempre tuve en el recuerdo aquel comic apaisado que había conseguido en Amposta y por mucho que estuve preguntando en librerías especializadas de Barcelona y a gente introducida en el tema, nadie conocía ese comic que yo describía en el que se veía la cabeza de Superman en la portada y la primera aventura era la primera aparición del malvado Brainiac.
Mucho tiempo después, con más de 45 años en la espalda, conocí por correo postal a un amigo de San Luis (Argentina), Juan Masamoto, aficionado a Superman como yo. Un día comentándole esta historia en la que le decía que había llegado a pensar que era una fantasía de mi niñez, algún falso recuerdo, me encontré con la sorpresa de que sí existía ese comic, que había sido publicado en Argentina por Muchnik Editores y él lo tenía y me mandó una copia. Aquí puedes ver la portada del mismo y que en mí está asociada con el final de la calle del Grau.
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