Fachada interior del "Colegio de los Hermanos" con la entrada a las clases y parte del enorme patio que servía de recreo para todos los cursos. Es el patio más grande de cualquier colegio al que haya asistido posteriormente. Este fue el colegio al que asistí a mi llegada a Amposta en 1956, y al profesor que más recuerdo es al Hermano Marcelino, que era muy cariñoso con los niños, aunque también cruel en los castigos, típico de aquella época. Uno de sus castigos consistía en ponernos en fila y darnos un golpe con el canto de una regla cuadrada de madera en el puente de la nariz, con lo que inevitablemente se nos saltaban las lágrimas. Durante el primer aņo recuerdo que todavía se cantaba el "Cara al Sol" por las mañanas antes de entrar en clase y todos en formación. La hora del recreo era toda una aventura debido a la gran extensión del patio, aunque muchas veces a mi me dejaban una bicicleta y me iba a dar una vuelta por el pueblo. Así aprendí a ir en bici.
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